Las sociedades americanas del siglo XVI presentan un cuadro abigarrado de tipos sociales, producto de la mezcla dolorosa de diferentes culturas y mentalidades. En la América que se empieza a configurar a partir de 1492 están presentes las tradiciones culturales nativas, con magníficos desarrollos especialmente en Mesoamérica y el área cultural Andina. El elemento español estará integrado por individuos procedentes de una sociedad fronteriza, herederos de la tradición guerrera y religiosa imperante en la Europa medieval, buscadores de fortuna en un Nuevo Mundo donde para ellos está todo por ganar. El tercer elemento, no menos importante, lo constituyen las ingentes cantidades de esclavos negros llevados forzosamente a trabajar en las minas y plantaciones americanas, cuyo aporte cultural penetrará soterradamente en las tradiciones americanas y dará lugar a manifestaciones de singular riqueza.
La mezcla, con todas las variantes históricas y regionales posibles, consistirá en sociedades de síntesis, si bien con predominio del elemento que básicamente ostenta el poder, el blanco -español o criollo-. El inicio de este proceso hay que buscarlo en el siglo XVI.
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