Las mansiones más embrujadas
Se supone que la Casa de los Fantasmas de Disneyland Resort París está habitada por 999 (hologramas). El baile espectral de la novia y sus invitados es el punto culminante de un recorrido en el que hay quien asegura haber asistido a sucesos de lo más extraño, como la presencia de uno más -el Espectro Número 1.000- no invitado precisamente a la fiesta. En la Guía de casas embrujadas del mundo, el italiano Francesco Dimitri, de 25 años, cita este parque temático, junto con otros 20 lugares, en un recorrido donde lo paranormal forma parte de la rutina diaria.
Dimitri cuenta las historias que hay detrás de los edificios embrujados e informa al lector sobre cómo llegar o incluso reservar una visita guiada -pues los fantasmas contribuyen a hacer caja: sus historias son un recurso turístico de primera, y prácticamente todos los sitios citados atraen a muchos visitantes ávidos de curiosidades sobrenaturales-. Desde casos famosos, como las apariciones de presidentes estadounidenses en la Casa Blanca, los tripulantes fantasma del buque Queen Mary -anclado en Long Beach (California)- o el espectro de Ana Bolena en la Torre de Londres, hasta otros menos conocidos, como el del viejo parroquiano que sigue presentándose con regularidad en el restaurante italiano Il Brunello, en Nueva York, pese a llevar varios años muerto. Otro caso es el de la bruja blanca, cuyo fantasma se aparece en la mansión de Rose Hall, en Montego Bay (Jamaica). La tal bruja fue Annie Palmer, una chica francesa que se desposó con el dueño de la casa y la correspondiente plantación azucarera. Craso error. La mujer resultó ser una experta en vudú que no tardó en asesinar a su marido y hacerse con el control de la finca. La leyenda dice que mató a otros dos maridos y a un número desconocido de esclavos negros, con los que se encaprichaba durante unos pocos días y luego sacrificaba en sus ritos de vudú.
Un máximo de cinco fantasmitas
Si la historia del Espectro Número 1.000 de Disneyland le ha erizado ligeramente el vello, debe saber que el autor califica el lugar con una nota bastante escueta (dos fantasmitas de un máximo de cinco). Aun así, le resulta interesante "que una casa falsa muy embrujada se haya convertido en una verdadera casa un poquillo embrujada". Entre los casos que merecen cinco fantasmitas está el de la rectoría de Borley, un pequeño pueblo de Essex (Inglaterra). Probablemente se trate de la casa embrujada más famosa de todos los tiempos debido a la gran cantidad de extraños sucesos que allí ocurrieron. Aunque un misterioso incendio acabó con la mansión en 1939, hoy puede visitarse la iglesia de Borley, que se halla muy cerca de donde estaba la casa y que parece ser el nuevo hogar de los fantasmas locales.Pero no todas las apariciones son iguales. Dimitri diferencia entre los espectros residuales y los poltergeist. Estos últimos merecen un capítulo aparte en el libro, ya que son aquellos que interactúan con las personas. Cabe decir que el trato no suele ser lo que se dice cordial. Además de hablar (amenazas e insultos), golpean a las personas o les arrojan cualquier cosa (en ocasiones, hasta gatos), tiran de la cadena, cambian objetos de sitio, desordenan la ropa (tienen especial preferencia por la ropa de cama de color blanco) y en general muestran un comportamiento insensato. Dimitri, suponiendo que se trata de los espíritus de personas desagradables y maleducadas, lo resume con bastante claridad: "El que es imbécil de vivo, es imbécil de muerto".
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