Los campesinos vivían agrupados en grandes aldeas, en las tierras más ricas. Sus métodos de cultivo eran arcaicos.
Cultivaban sobre todo cereales y algún viñedo. El ganado era escaso y estaba mal alimentado. No sabían defenderse de la naturaleza, vivía vestido en pieles de animales, en una cabaña de madera, sin ventanas y con una pequeña chimenea.
La vida campesina está marcada por el cristianismo, en cada aldea de campesinos hay una iglesia y su párroco correspondiente. Aunque el párroco en muchas ocasiones era ignorante y el cristianismo campesino permanecía en un estado primitivo, lleno de brujería y paganismo.
Las fiestas de los campesinos eran cristianas: la mejor era el cortejo de antorchas de Navidad, con la matanza del cerdo. Los campesinos
también hicieron revueltas para tratar de imponer sus reivindicaciones. En las ciudades, las revueltas para la conquista del poder comunal, capitaneadas por patricios pasados a la clase popular, a veces triunfan. Pero las revueltas campesinas, a menudo desorganizadas sin programa ni guía fracasaban siempre.
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